jueves, 2 de octubre de 2008

Ponferrada, un encuentro accidentado


Como alma que lleva el diablo corría el mendigo calle abajo, con el zurrón bien sujeto bajo sus garras, y a una distancia considerable le seguía Isaac, sin entender como un hombre con esa complexión física podía sacarle tanta ventaja, la desesperación obra milagros. Al llegar al final de la calle y girar hacia la plaza, donde estaba situado el mercado, en un intento de despistar al joven entre la multitud, el ladrón se topo con un obstáculo que no vio hasta que sus dientes se habían topado con el suelo. Una muchacha que cruzaba la calle, algo despistada, se había puesto en medio de la persecución, dando como resultado que el mendigo cayese de bruces practicamente sobre ella y el zurrón con las cenizas del difunto saliese volando. Unos segundos más tarde llegaba Isaac, que de una patada quitaba al ladrón de encima de la joven y ayudaba a esta a levantarse del suelo, el otro que tras la caída había quedado algo aturdido, pero no lo suficiente, aprovecho el momento para salir de nuevo corriendo, esta vez no se pudo llevar el botín, que por suerte había quedado enganchado a las ramas de un arbusto y no había sufrido daño alguno.

La gente que se había arremolinado alrededor del accidente para ver que ocurría, comenzó a dispersarse, e Isaac se quedo a solas con la joven que sin quererlo había salvado su mandato. Era una muchacha de complexión fuerte, morena de pelo y piel con unos grandes ojos verdes y unos rasgos muy característicos que hacían dudar a Isaac si era de etnia gitana. Se apartaron a un lado y la muchacha se sentó al borde del camino, para arreglase la ropa y mirar si tenia alguna herida, él la observaba sin decir palabra.

_Espero que lo que llevas en esa bolsa sea importante_ Tercio ella sin mirarle
_ Para mi lo es, y te agradezco mucho lo que has hecho aunque haya sido involuntario, si te lo puedo pagar de alguna forma_ Seguía de pie observandola, ella levantó la vista y le sonrió burlona
_Soy Susana, tú no eres de por aquí, ¿verdad?
_No, me llamo Isaac, soy de un pueblo cercano me dirijo a Santiago
_Pues la primera lección que debe aprender uno cuando sale de las faldas de mamá, es a tener bien sujetas sus cosas, si las quieres conservar
_Lo tendré en cuenta, vamos a tomar algo fresco, que me parece lo mínimo por haberme ayudado a recuperar mis cosas

Ella asintió.